He visto a un hombre al atardecer
que intrigado por el ruido de los árboles
se arrojó a un patio cualquiera con movimiento de pez.
He visto salir del patio a una mujer que se arrancaba los pelos
y convertía todo lo que miraba en una piedra candente.
He visto multiplicarse a esa piedra hasta posarse trémula
sobre cada habitante.
El peso del silencio sube por los testículos y estalla en el aire invadiéndolo todo.
Camino como un sobreviviente a una gran catástrofe tal vez buscando cráneos
o piernas o torsos mutilados, parándome en cualquier esquina,
examinando cada auto abandonado.
Qué raro se puso el barrio, pienso, hasta que del fondo de las baldosas
brotan unos guardianes del orden
que me dan a elegir entre el destierro o la muerte.
Yo busco explicaciones más fuertes que el rodillazo en el estómago
o los garrotes de la averiguación de antecedentes.
Una multitud me escupe
hasta que llega mi madre
con su paz y su sonrisa como ajena a este mundo.
La he visto limpiar la sangre de mi boca
y luego agitar el pañuelo
con un gesto iracundo.
Los he visto a todos devorando mi carne
antes de bailar con el canto de sirenas.
Los he visto celebrar al caer la guillotina de la tarde.
¿Es que acaso mi verdad no vale?
Se me da por decir antes de ese puñetazo
de oficio que me llenó de promesas.
Canto somnoliento:
Lomas del Mirador me dio amor,
Lomas del Mirador me dio amor,
Lomas del Mirador me dio amor,
Lomas del mirador me dio amor.
Yo creo en lo que siento,
yo creo en el amor.
He visto al miedo salir de traje a la calle
pegado a las paredes
sospechoso de su sombra.
He visto a la inocencia corriendo de un lado a otro
con un fusil en la mano.
He tenido conciencia ni bien el terror me sujetó del cuello
y me lanzó al corazón íntimo del desastre.
Lomas del Mirador me dio amor
(y una moral de vampiro que me rompe a pedazos).
jueves, 17 de diciembre de 2009
miércoles, 16 de diciembre de 2009
otro poema de amor (con muerte).
Mi corazón de a ratas golpetea sin pietá (trac trac trac trac)
ala luzde la cuna de arratas aúlla
hasta que unárbol cae
sobre el cráneo del decimotercer amor
amanece otro Tártaro
Todos los días la misma historia
todos los días la misma histeria
“estoi cansaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa de que te cuelgues así!!!!!”
Amo al árbol
y su brazo puntiagudo pa´abrazarte elequeleto
mientrase flota
mientrase frota
mientra la flota se aleja
desos pensamientos
que brotan desus sesos desprolijo - enel jardín
quiero queme deje avierto el mar
mi corazón de a ratas
siente que del otro lado de su cuerpo (yerto)
la vida
(( ay! esa convulsión
esa compulsión))
tiene algo pa´ decirme
“he aquí mismo tu último reino: falo-cetro
sobre el día y la noche.
tienes el gobierno de la muerte”.
Me tumbo enese reino
que mira con ojohueco – alin finito.
He visto su gesto
y la crisis de un imperio
en su cabello insangrentao:
“NON SONO MAI STATO TANTO ATTACCATO ALLA VITA!”
ala luzde la cuna de arratas aúlla
hasta que unárbol cae
sobre el cráneo del decimotercer amor
amanece otro Tártaro
Todos los días la misma historia
todos los días la misma histeria
“estoi cansaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa de que te cuelgues así!!!!!”
Amo al árbol
y su brazo puntiagudo pa´abrazarte elequeleto
mientrase flota
mientrase frota
mientra la flota se aleja
desos pensamientos
que brotan desus sesos desprolijo - enel jardín
quiero queme deje avierto el mar
mi corazón de a ratas
siente que del otro lado de su cuerpo (yerto)
la vida
(( ay! esa convulsión
esa compulsión))
tiene algo pa´ decirme
“he aquí mismo tu último reino: falo-cetro
sobre el día y la noche.
tienes el gobierno de la muerte”.
Me tumbo enese reino
que mira con ojohueco – alin finito.
He visto su gesto
y la crisis de un imperio
en su cabello insangrentao:
“NON SONO MAI STATO TANTO ATTACCATO ALLA VITA!”
Un amor para Giorgio
I
Zozobra del espíritu en los atardeceres:
un llanto por el recuerdo de una calle gris que desemboca
en infinitas calles
con infinitas casas
de infinitas habitaciones
e infinitas ventanas
que se adentran en el espejo de su retina
que es un callejón oscuro de Londres
en cuyo final hay un ojo
mirando todas las cosas del universo.
Zozobra del espíritu al amanecer:
un llanto al comprobar que ama demasiado la vida
y no queda tiempo que perder,
hay que vivirla, excitarla, exprimirla
en sus recovecos mas turbios
en sus explosiones mas intensas
en las emociones mas duramente eficaces para el hecho poético.
Zozobra de los espíritus un día cualquiera:
una mueca adusta al intercambiar palabras que creían abandonadas en la llovizna
Tal vez sólo una fantasía y se detuvieron a escuchar.
Silencio.
Risa.
Aturdimiento.
Se detuvieron a escuchar.
Uno elevó sus párpados
al cielo;
recitó Keats de memoria.
Ella persuadida de que no hay gesto tan parecido a la muerte. Feliz por la tristeza, que más da.
Esperaron absortos el desarrollo impredecible de esto que tal vez sucedía
sólo en ellos, o sea, en todo el mundo en un mismo instante.
Se desearon sin mirarse.
Él con una navajita inútil apretada en un bolsillo
(que le traía recuerdos del padre
y caricias de la madre).
Ella dibujando figuras invisibles en el suelo.
El tiempo se había extinguido
Ella se buscaba en lo ingrávido.
Él en el coraje que de tan profundo
parecía inalcanzable.
Velos de melancolía cubrían sus rostros
cuando al verse, por fin,
sintieron que el suelo era un hondo hueco bajo sus pies.
Síntomas de la finitud del hombre la conmoción
la espontánea crisis de la memoria,
el vértigo de la experiencia,
los agujeros en pleno corazón del conocimiento.
Síntomas del carácter finito y paradoja del estar vivo aún
cuando el estupor suspende todo indicio de vigor
y deja en la conciencia una incertidumbre.
La melancolía invadía cada fibra de sus cuerpos.
Llovía.
Era la repetición infinita de un acontecimiento
predeterminado en una temporalidad
distinta a la humana
(olvidó a una señorita de Madrid,
a una muchacha del Buenos Aires de su niñez).
Era algo que susurraba su nombre en un rincón oscuro
de su alma,
con anhelos de muñeca decapitada,
con palabras como desgarramientos
sobre la mortaja de su identidad.
(Ella que reconocía un poema en cada lágrima vertida).
Uno tenía respuestas. Una más infalible que la otra.
La tiranía del miedo lo asediaba con preguntas.
No era cuestión de sentir.
Suspiró desconsolado.
La otra no buscaba respuestas, sino un motivo de vida
que diera a luz una posibilidad poética.
Escritura del yo.
Era cuestión de sentir.
Consuelo en los suspiros.
La sensibilidad taimada la acorralaba con puntadas.
Se miraron durante un minuto.
Se miraron quizás para siempre.
El amor encadenado a los troncos podridos de la memoria
Desearon ardientemente
por una representación
desplegada en la figura del otro.
Abandono.
Partieron bajo el lluvioso cielo.
Y todo el resto no fue literatura.
Torvo viejo cuervo profético
dijo ella mientras pisoteaba tumbas diminutas.
Mujer de arcana mirada
Sherezade
traicionada por una mudez
hecha de enigmas impronunciables
barruntó él.
Ella tomó su mano no sin sentir una leve sublevación en su propia garganta.
Él apenas vaciló
dispuesto a evocar
a recordar
un pedazo de existencia
una lectura entre huellas y huellas
sobre gotas crepusculares y arrullos de voces oníricas.
Colocóse excesivamente inteligente.
Ella se aguantó con ganas el llanto.
Él enfatizó sobre el color de las nubes
posadas sobre los laberintos.
Tronó todo el cielo.
Ella aprovechó el fenómeno como un guiño
o señal.
Con una fuerza fingida se olvidó de ella misma;
preguntóle acerca de su actividad sexual.
Él se indignó buscando palacios derruidos
en cuadrículas de suelo
Colocóse excesivamente energúmeno.
Ella sonrió sin que él la percibiera.
Ella extraviada le susurró “vamos”.
Oh.
Algo cercano a la repugnancia turbó su pensamiento
y redujo aún más su encorvado cuerpo.
No obstante sintióse joven como nunca lo había sido.
II
Un albergue
cuyo frente
le recordaba a las mayólicas
de un lupanar en Burdeos
que visitó (así dijo) en el sigloXIX.
Se lo vio casi alegre,
casi extático.
Un hombre en la entrada se le figuró como un rudo marino
que tuvo el desagrado de conocer.
Volvió la mirada.
El marino lo observaba curioso
y para nada desafiante.
Ella pidió habitación.
Lo condujo hacia ella como las putas carnosas
solían empujar hacia la calle
a los juerguistas ebrios.
Como aquellas, ésta lo atisbó de arriba a abajo
y procedió a contarle su vida
sus deseos
sus amores
sus fracasos.
Buscó su voz
entre los caballitos alados de la congoja
los venablos del llanto
y la siempre fulgurante
armadura de la palabra suicidio.
Sin embargo él se puso de pie.
Elevó la vista.
Múltiples ventanas reflejaban
en lo alto sus propios cuerpos.
Se vió deseperado,
con ganas de luchar
trémulo y opaco
como lo ponían los fantasmas
que en el bajo
hacían depender su destino de una hoja de cuchillo.
Un laberinto.
Todos los espacios del universo
concentrados en un único espacio
de vivos ojos inmóviles,
quizás.
Ella, entre carcajadas y convulsiones de llanto
comenzó a desvestirlo.
La lluvia no cesaba.
La melancolía cubríalo todo como una niebla.
¿Alguien dijo algo? Ávidas manos se disponían ante las hojas.
Él, tumbado y abandonado, musitó:
“…los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres”.
Afuera llovían.
Poetas malos.
Poetas mediocres.
Poetas malos.
Poetas mediocres.
Poetas malos.
Poetas mediocres.
La vida es.
Hombres de imaginación enjuta.
Hombres amocosados por el aburrimiento.
La vida es.
Afuera llovían.
Poetas malos.
Poetas mediocres.
Poetas malos.
Poetas mediocres.
Poetas malos.
Poetas mediocres.
Afuera llovía.
Vos.
Usted.
Yo.
Lector hipócrita.
Afuera llovía.
Zozobra del espíritu en los atardeceres:
un llanto por el recuerdo de una calle gris que desemboca
en infinitas calles
con infinitas casas
de infinitas habitaciones
e infinitas ventanas
que se adentran en el espejo de su retina
que es un callejón oscuro de Londres
en cuyo final hay un ojo
mirando todas las cosas del universo.
Zozobra del espíritu al amanecer:
un llanto al comprobar que ama demasiado la vida
y no queda tiempo que perder,
hay que vivirla, excitarla, exprimirla
en sus recovecos mas turbios
en sus explosiones mas intensas
en las emociones mas duramente eficaces para el hecho poético.
Zozobra de los espíritus un día cualquiera:
una mueca adusta al intercambiar palabras que creían abandonadas en la llovizna
Tal vez sólo una fantasía y se detuvieron a escuchar.
Silencio.
Risa.
Aturdimiento.
Se detuvieron a escuchar.
Uno elevó sus párpados
al cielo;
recitó Keats de memoria.
Ella persuadida de que no hay gesto tan parecido a la muerte. Feliz por la tristeza, que más da.
Esperaron absortos el desarrollo impredecible de esto que tal vez sucedía
sólo en ellos, o sea, en todo el mundo en un mismo instante.
Se desearon sin mirarse.
Él con una navajita inútil apretada en un bolsillo
(que le traía recuerdos del padre
y caricias de la madre).
Ella dibujando figuras invisibles en el suelo.
El tiempo se había extinguido
Ella se buscaba en lo ingrávido.
Él en el coraje que de tan profundo
parecía inalcanzable.
Velos de melancolía cubrían sus rostros
cuando al verse, por fin,
sintieron que el suelo era un hondo hueco bajo sus pies.
Síntomas de la finitud del hombre la conmoción
la espontánea crisis de la memoria,
el vértigo de la experiencia,
los agujeros en pleno corazón del conocimiento.
Síntomas del carácter finito y paradoja del estar vivo aún
cuando el estupor suspende todo indicio de vigor
y deja en la conciencia una incertidumbre.
La melancolía invadía cada fibra de sus cuerpos.
Llovía.
Era la repetición infinita de un acontecimiento
predeterminado en una temporalidad
distinta a la humana
(olvidó a una señorita de Madrid,
a una muchacha del Buenos Aires de su niñez).
Era algo que susurraba su nombre en un rincón oscuro
de su alma,
con anhelos de muñeca decapitada,
con palabras como desgarramientos
sobre la mortaja de su identidad.
(Ella que reconocía un poema en cada lágrima vertida).
Uno tenía respuestas. Una más infalible que la otra.
La tiranía del miedo lo asediaba con preguntas.
No era cuestión de sentir.
Suspiró desconsolado.
La otra no buscaba respuestas, sino un motivo de vida
que diera a luz una posibilidad poética.
Escritura del yo.
Era cuestión de sentir.
Consuelo en los suspiros.
La sensibilidad taimada la acorralaba con puntadas.
Se miraron durante un minuto.
Se miraron quizás para siempre.
El amor encadenado a los troncos podridos de la memoria
Desearon ardientemente
por una representación
desplegada en la figura del otro.
Abandono.
Partieron bajo el lluvioso cielo.
Y todo el resto no fue literatura.
Torvo viejo cuervo profético
dijo ella mientras pisoteaba tumbas diminutas.
Mujer de arcana mirada
Sherezade
traicionada por una mudez
hecha de enigmas impronunciables
barruntó él.
Ella tomó su mano no sin sentir una leve sublevación en su propia garganta.
Él apenas vaciló
dispuesto a evocar
a recordar
un pedazo de existencia
una lectura entre huellas y huellas
sobre gotas crepusculares y arrullos de voces oníricas.
Colocóse excesivamente inteligente.
Ella se aguantó con ganas el llanto.
Él enfatizó sobre el color de las nubes
posadas sobre los laberintos.
Tronó todo el cielo.
Ella aprovechó el fenómeno como un guiño
o señal.
Con una fuerza fingida se olvidó de ella misma;
preguntóle acerca de su actividad sexual.
Él se indignó buscando palacios derruidos
en cuadrículas de suelo
Colocóse excesivamente energúmeno.
Ella sonrió sin que él la percibiera.
Ella extraviada le susurró “vamos”.
Oh.
Algo cercano a la repugnancia turbó su pensamiento
y redujo aún más su encorvado cuerpo.
No obstante sintióse joven como nunca lo había sido.
II
Un albergue
cuyo frente
le recordaba a las mayólicas
de un lupanar en Burdeos
que visitó (así dijo) en el sigloXIX.
Se lo vio casi alegre,
casi extático.
Un hombre en la entrada se le figuró como un rudo marino
que tuvo el desagrado de conocer.
Volvió la mirada.
El marino lo observaba curioso
y para nada desafiante.
Ella pidió habitación.
Lo condujo hacia ella como las putas carnosas
solían empujar hacia la calle
a los juerguistas ebrios.
Como aquellas, ésta lo atisbó de arriba a abajo
y procedió a contarle su vida
sus deseos
sus amores
sus fracasos.
Buscó su voz
entre los caballitos alados de la congoja
los venablos del llanto
y la siempre fulgurante
armadura de la palabra suicidio.
Sin embargo él se puso de pie.
Elevó la vista.
Múltiples ventanas reflejaban
en lo alto sus propios cuerpos.
Se vió deseperado,
con ganas de luchar
trémulo y opaco
como lo ponían los fantasmas
que en el bajo
hacían depender su destino de una hoja de cuchillo.
Un laberinto.
Todos los espacios del universo
concentrados en un único espacio
de vivos ojos inmóviles,
quizás.
Ella, entre carcajadas y convulsiones de llanto
comenzó a desvestirlo.
La lluvia no cesaba.
La melancolía cubríalo todo como una niebla.
¿Alguien dijo algo? Ávidas manos se disponían ante las hojas.
Él, tumbado y abandonado, musitó:
“…los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres”.
Afuera llovían.
Poetas malos.
Poetas mediocres.
Poetas malos.
Poetas mediocres.
Poetas malos.
Poetas mediocres.
La vida es.
Hombres de imaginación enjuta.
Hombres amocosados por el aburrimiento.
La vida es.
Afuera llovían.
Poetas malos.
Poetas mediocres.
Poetas malos.
Poetas mediocres.
Poetas malos.
Poetas mediocres.
Afuera llovía.
Vos.
Usted.
Yo.
Lector hipócrita.
Afuera llovía.
sábado, 5 de diciembre de 2009
BUENA NUEVA
A comienzo de semana
tenía dos poemas para corregir.
A mitad de ella me diagnosticaron
cáncer de pulmón.
Al final de la semana
tenía tres poemas perfectos y sublimes.
tenía dos poemas para corregir.
A mitad de ella me diagnosticaron
cáncer de pulmón.
Al final de la semana
tenía tres poemas perfectos y sublimes.
OPIÁCEO
Conversaban sobre el amor
restos de cigarrillos con ojos de cometa
un saxo tenor emergente del humo
una estatua que lloraba whisky por los niños ricos del mundo
seis pastillas de codeína.
Van dos horas y media.
Nadie trate de entender esto.
“Hay cosas de las cuales nadie habla”
Tres.
Sobre el amor y el maldito mundo
en otro vientre diminuto de cadáver. Odiado y envenenado
con gestos de madre
protectora.
Procuren no entender nada de todo esto.
“Hay cosas que parecen ignorar todo aquello que no trate de ellas mismas”
“Dos seres que conforman toda la población de un planeta permanentemente amenazado”.
“Lo que está afuera siempre conlleva algo destructivo por su propia esencia”.
“No hay nada mas inocente e implacable”.
“Por supuesto que también el dolor nos devuelve la vida, pero a diferencia de éste, nada pregunta…y existe por sí misma, como si de la nada surgiera, como si tampoco
la vida fuera”.
Nadie trate de interpretar algo en esto o de arriesgarse a saber de qué diablos estoy hablando.
Tres horas y media.
Un perro me habla en mi idioma.
“Tsssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss” hace el mundo cuando se detiene.
Y todos miran asombrados.
Despiden los párpados al cielo o los sepultan metros bajo tierra para que no puedan volver.
Con el silencio todos quieren entender, como los que se sinceran con la lluvia.
Las horas que se arrojan una tras otra.
La muerte es como si se estuviera fuera de ella.
Ahora traten de entender.
Una cabeza cae rebotando en las escaleras.
restos de cigarrillos con ojos de cometa
un saxo tenor emergente del humo
una estatua que lloraba whisky por los niños ricos del mundo
seis pastillas de codeína.
Van dos horas y media.
Nadie trate de entender esto.
“Hay cosas de las cuales nadie habla”
Tres.
Sobre el amor y el maldito mundo
en otro vientre diminuto de cadáver. Odiado y envenenado
con gestos de madre
protectora.
Procuren no entender nada de todo esto.
“Hay cosas que parecen ignorar todo aquello que no trate de ellas mismas”
“Dos seres que conforman toda la población de un planeta permanentemente amenazado”.
“Lo que está afuera siempre conlleva algo destructivo por su propia esencia”.
“No hay nada mas inocente e implacable”.
“Por supuesto que también el dolor nos devuelve la vida, pero a diferencia de éste, nada pregunta…y existe por sí misma, como si de la nada surgiera, como si tampoco
la vida fuera”.
Nadie trate de interpretar algo en esto o de arriesgarse a saber de qué diablos estoy hablando.
Tres horas y media.
Un perro me habla en mi idioma.
“Tsssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss” hace el mundo cuando se detiene.
Y todos miran asombrados.
Despiden los párpados al cielo o los sepultan metros bajo tierra para que no puedan volver.
Con el silencio todos quieren entender, como los que se sinceran con la lluvia.
Las horas que se arrojan una tras otra.
La muerte es como si se estuviera fuera de ella.
Ahora traten de entender.
Una cabeza cae rebotando en las escaleras.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
DIARIO DE UN ARTISTA (maldito)
I
Devuelto al mundo con una verga carcomida,
pensé en hacerme un artista brillante.
Andaría por las calles
exhibiendo mi arte a un público inocente
que brotaría como hormigas de la memoria.
Llevando mi verga carcomida con una mueca de satisfacción
haría inmortal en las personas el gesto,
la crispación,
el tropiezo
o todas las reacciones del instinto de supervivencia.
Diría en mi interior cosas como “mírenme la verga y pónganse a bailar, inmundos”
y les cerraría el paso como una nube repentina
o como un vals estallando desde la boca de las tiendas.
Los más reaccionarios me empujarían, y yo, con enorme complacencia, trataría de acomodarme con un movimiento tan eficaz que me devolvería a plena tierra.
Entonces, besaría sus zapatos o me arrojaría a sus rodillas invitándolos a observar el suelo hasta sentir la cercanía de un destino mucho más real que el que prometen las estrellas.
II
Podrida la verga y dispuesto el cuerpo como un azotado,
cargaría una montaña sobre los hombros,
y sólo miraría el cielo para reírme de los que buscan la lluvia o la belleza para endulzarse la existencia.
Me pondría ante sus ojos como un horizonte de papel y les diría ampulosamente;
“¡óiganme carajo, que alguien tenga el valor de darme de comer!”
y les mostraría una sonrisa llena de una costra parecida al retrato de un héroe, madre, esposa o hijo bien tratado.
III
Oiga, señora, cuánto me halaga con su espasmo,
cuánto me emociona con su llanto,
cuán vivo me siento con ese licor rosado
manando de sus labios.
No es para tanto, a veces pienso.
Usted me pone contento.
Perdón por la certeza.
Si no la miro a los ojos es porque me da dolor de cuello,
no es mi culpa,
no se tape,
no me insulte,
no se vaya.
Entienda que solamente soy un hombre que dedica su vida al arte.
Míreme la verga,
míreme la espalda,
son mis mejores obras maestras.
Me siento orgulloso de ellas.
Sepa que nace un genio entre millones,
y yo le digo,
tóqueme la verga,
siéntese en mi espalda,
siéntase feliz de ser tan humana.
¿Qué? ¿Qué cosa?
¿Qué representa mi arte?
Bien, se lo diré;
Soy el hombre hecho a imagen y semejanza de lo divino.
Represento la imperfección de un dios demente y moribundo
caído al mundo con espanto.
Soy el límite de la representación que anuncia la muerte de dios
y la libertad del hombre para arrancarse los ojos una vez comprendida
la magnitud de la sabiduría.
IV
Podrida la verga,
henchida la espalda y abundante la baba,
una vez consagrado artista daría largos discursos sobre el amor,
las enfermedades venéreas del verbo y las relaciones públicas del alma.
V
Siendo ya una celebridad entre los mortales exigiría una ciudad
hecha a imagen y semejanza de mi arte.
Itifálico emblema clavado en un vientre cuyas vísceras
traerían el hedor de la esperanza.
Abultados edificios dispuestos al viento como camillas
sin muertes ni alboradas.
VI
Siendo ya una celebridad, señores, ofrendaría mi arte
en un rito orgiástico en donde los anhelos de inmortalidad
se nutrirían con el semen y la sangre de mi verga agonizante.
Ofrecería la curva de mi espalda para reconocimiento del hambre
y su mastín asalariado.
Consagrado el arte de la putrefacción y lo deforme como mimesis del hombre
en su estado auténtico,
abriría mi corazón de Tántalo
y haría llover la ambrosía de mi sexo enfermo sobre el apetito
insatisfecho del tiempo,
de la muerte,
del horror,
de la pasión
por lo real
y su ojo de vidrio
que llora
verdades a medias.
Devuelto al mundo con una verga carcomida,
pensé en hacerme un artista brillante.
Andaría por las calles
exhibiendo mi arte a un público inocente
que brotaría como hormigas de la memoria.
Llevando mi verga carcomida con una mueca de satisfacción
haría inmortal en las personas el gesto,
la crispación,
el tropiezo
o todas las reacciones del instinto de supervivencia.
Diría en mi interior cosas como “mírenme la verga y pónganse a bailar, inmundos”
y les cerraría el paso como una nube repentina
o como un vals estallando desde la boca de las tiendas.
Los más reaccionarios me empujarían, y yo, con enorme complacencia, trataría de acomodarme con un movimiento tan eficaz que me devolvería a plena tierra.
Entonces, besaría sus zapatos o me arrojaría a sus rodillas invitándolos a observar el suelo hasta sentir la cercanía de un destino mucho más real que el que prometen las estrellas.
II
Podrida la verga y dispuesto el cuerpo como un azotado,
cargaría una montaña sobre los hombros,
y sólo miraría el cielo para reírme de los que buscan la lluvia o la belleza para endulzarse la existencia.
Me pondría ante sus ojos como un horizonte de papel y les diría ampulosamente;
“¡óiganme carajo, que alguien tenga el valor de darme de comer!”
y les mostraría una sonrisa llena de una costra parecida al retrato de un héroe, madre, esposa o hijo bien tratado.
III
Oiga, señora, cuánto me halaga con su espasmo,
cuánto me emociona con su llanto,
cuán vivo me siento con ese licor rosado
manando de sus labios.
No es para tanto, a veces pienso.
Usted me pone contento.
Perdón por la certeza.
Si no la miro a los ojos es porque me da dolor de cuello,
no es mi culpa,
no se tape,
no me insulte,
no se vaya.
Entienda que solamente soy un hombre que dedica su vida al arte.
Míreme la verga,
míreme la espalda,
son mis mejores obras maestras.
Me siento orgulloso de ellas.
Sepa que nace un genio entre millones,
y yo le digo,
tóqueme la verga,
siéntese en mi espalda,
siéntase feliz de ser tan humana.
¿Qué? ¿Qué cosa?
¿Qué representa mi arte?
Bien, se lo diré;
Soy el hombre hecho a imagen y semejanza de lo divino.
Represento la imperfección de un dios demente y moribundo
caído al mundo con espanto.
Soy el límite de la representación que anuncia la muerte de dios
y la libertad del hombre para arrancarse los ojos una vez comprendida
la magnitud de la sabiduría.
IV
Podrida la verga,
henchida la espalda y abundante la baba,
una vez consagrado artista daría largos discursos sobre el amor,
las enfermedades venéreas del verbo y las relaciones públicas del alma.
V
Siendo ya una celebridad entre los mortales exigiría una ciudad
hecha a imagen y semejanza de mi arte.
Itifálico emblema clavado en un vientre cuyas vísceras
traerían el hedor de la esperanza.
Abultados edificios dispuestos al viento como camillas
sin muertes ni alboradas.
VI
Siendo ya una celebridad, señores, ofrendaría mi arte
en un rito orgiástico en donde los anhelos de inmortalidad
se nutrirían con el semen y la sangre de mi verga agonizante.
Ofrecería la curva de mi espalda para reconocimiento del hambre
y su mastín asalariado.
Consagrado el arte de la putrefacción y lo deforme como mimesis del hombre
en su estado auténtico,
abriría mi corazón de Tántalo
y haría llover la ambrosía de mi sexo enfermo sobre el apetito
insatisfecho del tiempo,
de la muerte,
del horror,
de la pasión
por lo real
y su ojo de vidrio
que llora
verdades a medias.
janlet
Ofelia en off se ofende y parte una botella en mi cabeza.
El fantasma de mi padre se pasea por la habitación y recoge pedacitos de vidrio.
Te juro que no lo vi venir, te juro que no le hice nada, le digo.
Sin embargo, él se acerca y me cuenta que dormía en su jardín una tarde.
Te juro que la loca es ella, me anticipo.
Ofelia en off regresa y agarrándome de los pelos hunde mi cabeza rota en su bajo vientre.
Me pregunta si estoy mejor, después de todo.
Yo intento hacerle entender que no puedo respirar.
La sangre me llega a los ojos y el fantasma de mi padre habla sólo.
Tu papá es un viejo hincha pelotas, asegura.
Cómo, ¿también lo ves? Pregunto.
Ofelia en off me pone boca arriba y subiendo lentamente
me recuerda:
“no te olvides de matar a tu tío”.
El fantasma de mi padre se pasea por la habitación y recoge pedacitos de vidrio.
Te juro que no lo vi venir, te juro que no le hice nada, le digo.
Sin embargo, él se acerca y me cuenta que dormía en su jardín una tarde.
Te juro que la loca es ella, me anticipo.
Ofelia en off regresa y agarrándome de los pelos hunde mi cabeza rota en su bajo vientre.
Me pregunta si estoy mejor, después de todo.
Yo intento hacerle entender que no puedo respirar.
La sangre me llega a los ojos y el fantasma de mi padre habla sólo.
Tu papá es un viejo hincha pelotas, asegura.
Cómo, ¿también lo ves? Pregunto.
Ofelia en off me pone boca arriba y subiendo lentamente
me recuerda:
“no te olvides de matar a tu tío”.
domingo, 2 de agosto de 2009
Mourí Roi
///método///
----sanación----
//patológicamente considerado- Out- innatismo maldad hepático resentimientO//
//mientO relación saBer-pOder O pretender o dar luz con un fósforo a quien no Vé //
//cuernoempanza!!!//
//vamOs a hacer del reinO lo que el reiNO vé en la necesidad del pueblo//
Dios: - Tengo el honor de anunciaros que, para enriquecer el reino, haré perEcEr a todOs
los nobles y confiscaré sus Bienes-
-Tengo sus miedos en cuatrotresdosumovimentos, listo-
// la norma y la falacia. Los bufones de la cOrte. La enfermedad no debe prevenirse, debe eliminarse//
//cuernoempanza!, rey Morís!//
//fuera de la norma la perversión es sí solo sí tratamos de un inadaptado una maldad per se nemico irreconciliable decimos a voz en pecho estentóreaMentTe hay que seguir combatiendo//
//veamos rasgos y bajemos la punición ala Cuna//
//la institución de las armas de la fuerza de la bota al cuello//
//señor Morís. Ingeniería del miedo-------------a voz en pecho!!!--------------//
// cuántos guarismos mis pestañas//
//cuál método///
//digamos no//
//noeeeeeeeeeeeeemos//
///conciencia al pánico///
///estentóreamente///
/// conciencia afónica///
a grito prelado
_______ sobre el aturdimiento nademos discursivamente________
//relación mentir-poder//
//ojo tuerto anal del subyugado queda prohibido indagar aunque se permite condenar con los calzones manchados de caca//
[ principiO de saNación]
//el Otro al trote azul bajo tierra donde la Noación y el Noísmo se emocionan a llanto negro// hacer tábula rasa
Morís y el crédulo arrodillado dicen
¡¡¡cuernoempanza!!!
----sanación----
//patológicamente considerado- Out- innatismo maldad hepático resentimientO//
//mientO relación saBer-pOder O pretender o dar luz con un fósforo a quien no Vé //
//cuernoempanza!!!//
//vamOs a hacer del reinO lo que el reiNO vé en la necesidad del pueblo//
Dios: - Tengo el honor de anunciaros que, para enriquecer el reino, haré perEcEr a todOs
los nobles y confiscaré sus Bienes-
-Tengo sus miedos en cuatrotresdosumovimentos, listo-
// la norma y la falacia. Los bufones de la cOrte. La enfermedad no debe prevenirse, debe eliminarse//
//cuernoempanza!, rey Morís!//
//fuera de la norma la perversión es sí solo sí tratamos de un inadaptado una maldad per se nemico irreconciliable decimos a voz en pecho estentóreaMentTe hay que seguir combatiendo//
//veamos rasgos y bajemos la punición ala Cuna//
//la institución de las armas de la fuerza de la bota al cuello//
//señor Morís. Ingeniería del miedo-------------a voz en pecho!!!--------------//
// cuántos guarismos mis pestañas//
//cuál método///
//digamos no//
//noeeeeeeeeeeeeemos//
///conciencia al pánico///
///estentóreamente///
/// conciencia afónica///
a grito prelado
_______ sobre el aturdimiento nademos discursivamente________
//relación mentir-poder//
//ojo tuerto anal del subyugado queda prohibido indagar aunque se permite condenar con los calzones manchados de caca//
[ principiO de saNación]
//el Otro al trote azul bajo tierra donde la Noación y el Noísmo se emocionan a llanto negro// hacer tábula rasa
Morís y el crédulo arrodillado dicen
¡¡¡cuernoempanza!!!
Poema romántico (bah, no tanto).
Eran bellas tus manos, bien lo recuerdo.
Un ave fénix mientras ardía la leña o un búho oculto en pleno monte de la noche.
Bien lo recuerdo.
¿Te acordarás igual vos, allá, quién sabe dónde, quien sabe cómo?
¿Te acordarás?
A menudo un leve brillo asaltaba nuestra vigilia y yo veía tus dedos penetrando el aire como un certero escuadrón de la muerte.
AAAhhhh, qué lindos momentos aquellos
de las luchas imaginarias.
Lo recordarás, imagino.
Un hombre inmenso armado hasta los huesos que, sin embargo, se queda mirando, severo, inmóvil, como quien apenas existe.
No sé, yo también imagino.
Cuatro elefantes al frente.
Cuerpos fragmentados.
Saetas zumbando.
Una vida que se encoge hasta caber en solo cuatro segundos.
No sé, yo te escuchaba.
A veces era tan hermosa tu idea de destruir el mundo.
Eras mi poeta favorita…
y en vos nacían grandes planes políticos.
A mitad de la noche; roja sangre la luna, mi querida madre de las Furias.
Vos en el centro de todo con arcano gesto.
Tus brazos concertando el fragor de las armas, el golpe seco en la tierra, el estridente alarido más eficaz que cualquier palabra.
Verdaderamente encantador.
Cuán humana estabas en aquellos paisajes.
A veces enumerabas a los caídos .
Los contemplabas atentamente.
Miles de ellos.
Todos distintos para vos.
Todos ajenos a la naturaleza.
Todos arrancados de cuajo de lo que es en sí misma una pura esencia.
¿Algún otro espectáculo mejor que el de la muerte?
¿A alguien se le ocurre?
Eras demasiado humana y maravillosa como para no tenerte así a mi lado,
acariciándote suavemente como si me convirtiera en brisa,
susurrándote inocente como si me convirtiera en río.
(¿Qué? ¿Qué cosa?
…sí, como si me convirtiera en río, o en mar, o bien en cascada…
¿Cómo?
Recorriendo tus brazos que se crispaban.
Recuerdo.
Que se agitaban, si.
¿Dónde?
No quiero decirlo.)
Pálida y radiante.
Estabas tan hermosa tratando de persuadirme de que teníamos de rehén al tiempo,
de que podíamos sujetar a la gente de los pies,
de que podíamos lanzarlas para ver si alcanzaban las estrellas.
Era tan bella tu boca, bien lo recuerdo,
reías como un sosiego en plena marcha del mundo.
No creo que recuerdes eso.
Sean tus sonrisas una puerta, tumba, revelación, abismo en plena calle del mediodía,
tus pelos sólidas rejas,
tus ojos el punto culminante de todo lo viviente,
no somos para nada trascendentes.
Dios se apiade de mi alma.
Buscaste un placer perdido en las esquinas de un laberinto.
Dios se apiade de tu alma.
Sea el pacto entonces dijimos.
Vos retumbaste en algún rincón de una metáfora
como para que la humanidad entera acudiera a sostenerte.
Yo contemplé la punta de mi lengua con un horror ligero o cansado.
Dios se apea de estas armas.
Un ave fénix mientras ardía la leña o un búho oculto en pleno monte de la noche.
Bien lo recuerdo.
¿Te acordarás igual vos, allá, quién sabe dónde, quien sabe cómo?
¿Te acordarás?
A menudo un leve brillo asaltaba nuestra vigilia y yo veía tus dedos penetrando el aire como un certero escuadrón de la muerte.
AAAhhhh, qué lindos momentos aquellos
de las luchas imaginarias.
Lo recordarás, imagino.
Un hombre inmenso armado hasta los huesos que, sin embargo, se queda mirando, severo, inmóvil, como quien apenas existe.
No sé, yo también imagino.
Cuatro elefantes al frente.
Cuerpos fragmentados.
Saetas zumbando.
Una vida que se encoge hasta caber en solo cuatro segundos.
No sé, yo te escuchaba.
A veces era tan hermosa tu idea de destruir el mundo.
Eras mi poeta favorita…
y en vos nacían grandes planes políticos.
A mitad de la noche; roja sangre la luna, mi querida madre de las Furias.
Vos en el centro de todo con arcano gesto.
Tus brazos concertando el fragor de las armas, el golpe seco en la tierra, el estridente alarido más eficaz que cualquier palabra.
Verdaderamente encantador.
Cuán humana estabas en aquellos paisajes.
A veces enumerabas a los caídos .
Los contemplabas atentamente.
Miles de ellos.
Todos distintos para vos.
Todos ajenos a la naturaleza.
Todos arrancados de cuajo de lo que es en sí misma una pura esencia.
¿Algún otro espectáculo mejor que el de la muerte?
¿A alguien se le ocurre?
Eras demasiado humana y maravillosa como para no tenerte así a mi lado,
acariciándote suavemente como si me convirtiera en brisa,
susurrándote inocente como si me convirtiera en río.
(¿Qué? ¿Qué cosa?
…sí, como si me convirtiera en río, o en mar, o bien en cascada…
¿Cómo?
Recorriendo tus brazos que se crispaban.
Recuerdo.
Que se agitaban, si.
¿Dónde?
No quiero decirlo.)
Pálida y radiante.
Estabas tan hermosa tratando de persuadirme de que teníamos de rehén al tiempo,
de que podíamos sujetar a la gente de los pies,
de que podíamos lanzarlas para ver si alcanzaban las estrellas.
Era tan bella tu boca, bien lo recuerdo,
reías como un sosiego en plena marcha del mundo.
No creo que recuerdes eso.
Sean tus sonrisas una puerta, tumba, revelación, abismo en plena calle del mediodía,
tus pelos sólidas rejas,
tus ojos el punto culminante de todo lo viviente,
no somos para nada trascendentes.
Dios se apiade de mi alma.
Buscaste un placer perdido en las esquinas de un laberinto.
Dios se apiade de tu alma.
Sea el pacto entonces dijimos.
Vos retumbaste en algún rincón de una metáfora
como para que la humanidad entera acudiera a sostenerte.
Yo contemplé la punta de mi lengua con un horror ligero o cansado.
Dios se apea de estas armas.
viernes, 24 de julio de 2009
Bacanal
Las pobres parias párvulas pregonando un prominente prolegómeno
de las encías apostilladas mientras la palabra evoluciona a patada en la
conciencia
En un pórtico la pobre paria párvula enjuga sus parpadós y libandólos al puebló
pronta perorata presentah la pena
pero la pena apenas roza las patas pudre y el pathos hasta de la planta henchidos los plumones
inquit:
“palo palo partir punición
prisión
presión
de la paz posesión”
párpado saliente y pústula de rabia
el pez portentoso de las parias se erige entre las parias de pelusa
las parias de plancha las parias de placer de pipas peliagudás
de poncios pendencieros particionando piedras todos en le parque de pelanduscas empolvadas
de pólvora no chillan pronto planean
un día perezoso de París
nubes
y el pez portentoso un pelafustán de plomo grita entre el grito y agitado por el ponto pánico cubre con su voz el cielo de los que de lejos no ven
y el viento les arranca la cabeza
y los pulmones son pájaros de peste
en los patios púbicos
con niños cuyas armas son pequeñas flautas
que penetran en el pecho de sus padres.
Pronto poncio pronto ya
cubrid el populoso enjambre de poncios
avierto de los poros ad los ponchos ad la parla
puta emperlada purgue purgue señor purgue
viva purulencia de la entraña
plateada putrescible y hasta el purpurado
punza
patria! patria! patria!
piedra!
prédicas preconcebidas
pregones predadores
poncios preconizados
él y barrabás él o barrabás
barrabás! y barrabás!
de las encías apostilladas mientras la palabra evoluciona a patada en la
conciencia
En un pórtico la pobre paria párvula enjuga sus parpadós y libandólos al puebló
pronta perorata presentah la pena
pero la pena apenas roza las patas pudre y el pathos hasta de la planta henchidos los plumones
inquit:
“palo palo partir punición
prisión
presión
de la paz posesión”
párpado saliente y pústula de rabia
el pez portentoso de las parias se erige entre las parias de pelusa
las parias de plancha las parias de placer de pipas peliagudás
de poncios pendencieros particionando piedras todos en le parque de pelanduscas empolvadas
de pólvora no chillan pronto planean
un día perezoso de París
nubes
y el pez portentoso un pelafustán de plomo grita entre el grito y agitado por el ponto pánico cubre con su voz el cielo de los que de lejos no ven
y el viento les arranca la cabeza
y los pulmones son pájaros de peste
en los patios púbicos
con niños cuyas armas son pequeñas flautas
que penetran en el pecho de sus padres.
Pronto poncio pronto ya
cubrid el populoso enjambre de poncios
avierto de los poros ad los ponchos ad la parla
puta emperlada purgue purgue señor purgue
viva purulencia de la entraña
plateada putrescible y hasta el purpurado
punza
patria! patria! patria!
piedra!
prédicas preconcebidas
pregones predadores
poncios preconizados
él y barrabás él o barrabás
barrabás! y barrabás!
domingo, 19 de julio de 2009
La isla de Circe
Me escribía una amiga; las batallas ganadas por la mujer en su anhelo de libertad encontró una paradoja en sus senos o en sus nalgas voluptuosas. Algo así como que ciertos atributos físicos terminaron siendo un murallón en donde yacían estampadas muchas histerias, gritos, ojeras,arrugas, lágrimas o voces roncas demandando un rol significativo dentro de la sociedad, reclamando derechos correspondientes y sobre todo, exigiendo mitigar a esa tiranía absorvente y limitadora de la falocracia.Me causo una gracia particular leer esto. Inmediatamente la multitud de imágenes almacenadas en mi cabeza parecieron llamadas a reunirse en bullicioso tropel. El día mismo, con sus avenidas y sus lugares en donde mejor anochecer, fue el punto de encuentro obligado. Comencé en una estación de servicio, dando vueltas impunemente y sin excusas ( auto no tengo). Acabé tomando whisky, con una libreta de anotaciones en manos mientras me circundaban tetas planetarias, piernas bruñidas o nalgas de almanaque en un lenocinio cualquiera, de esos que abundan en la noche del ningún lugar. Acabé con un sosiego entre las piernas, sintiendo como si el instante fuese derritiéndose fríamente sobre mi sexo. Nuevamente liberé mis ojos gracias a un pensamiento impúdico y sagaz. La noche pasó una vez más.En la opacidad de mi cuarto sentí alguna que otra incomodidad obstinada en perseguirme. Soy muy dócil ante esto. Salí. Caí en lo de mi amiga cuya energía transfiguraba mi ánimo abatido por tanto absurdo. Ocupamos largos minutos en acalorado y seductor debate acerca de la libertad femenina en tiempos actuales y esa conquista de espacio ( según ella, yo manifesté que esa conquista, en realidad, era una capitulación machista en donde se evidenciaban ciertas estrategias dominantes aún vigentes por medio de un erotismo astutamente utilizado por el hombre que, arrollando viejos tabúes supo subordinarlo a variados fines, entre ellos comerciales, y en los cuáles se nos revelaban ciertas modificaciones conductuales: los comportamientos y estímulos eróticos que se manifestaban en un ámbito privado pasaron a una escala pública desenfadada que muchas mujeres, por supuesto, no ignoran, aprovechando esto, incluso, para obtener determinados beneficios. En fin, que no fue en verdad una capitulación, sino una ficción de lo mismo. Otorgarles ciertos espacios en donde no nos molesta su presencia. En todo caso, los lugares en donde mas bien nos agrada verlas, con sus modos, su gracia, su carne…) que es constante. Denostó mis objeciones con sonrisas desdeñosas, de esas que suelen dibujarle un porte aristócrata y suelen elevarla entre los refinamientos del rímel, el rojo intenso labial y la vulgaridad de mi fingida continencia caballeresca. Me dijo que estaba contenta, que había, por fín, conseguido un trabajo interesante,que estaba que se desbordaba. Sonreía. Impugnaba mi pesimismo lleno de callos, acostumbrado a rumiar amargas reflexiones incrustadas como venablos en sus nalgas. Yo, aún quejandome de la longitud de mi rutina laboral, triste, casi siempre como una eternidad oceánica, vacía, carente de experiencia, enemiga de la aventura. Yo, que perdía el cuerpo durante ocho horas diarias, y que después, al recuperarlo, este me rechazaba, no me servía, se encariñaba con ese otro que lo empleaba a gusto y cedíame todas sus resacas. Ella reía más fuerte, como para que yo comprendiera el ridículo que hacía con estas palabras desesperadas.Me recordó todos los momentos en que yo lo sometía a un enajenamiento forzoso por toda mi avidez de anti- rutina, nueva experiencia, vida, quizás, diversión, por ahí. Sosiego estúpido, finalmente.Y yo continuaba con eso de que el cuerpo cada vez nos pertenece menos. Sólo porque ella había conseguido otro trabajo y no pedía dejar de pensar que esas tetas servirían para mucho más que para alimentar a un vástago.Me fuí, con el vacío cargado en mi plúmbea mochila. Con el sexo frustrado y la cabeza como dividida entre sinfonías atonales o discursos en mil lenguas simultáneas. La besé en los labios y le dije que la próxima vez ya no hablaríamos. Me trató de machista. La traté de ingénua.Quizás la quería. Quizás. Quizás andaba necesitando un alter-ego. Quizás. Fue ella la que empezó con esto de que las tetas o las nalgas eran objetos sensibles de sus cuerpos dispuestos a ser dominados. Fui yo quien extendió el tema más de lo debido.Era yo el que le tenía ganas. Y le tenía ganas porque era un buen cuerpo, uno bueno de verdad.
Últimamente ando con sensaciones raras también: hay ladrillos que me miran, sillones que musitan palabras inextricables, plantas que me hacen gestos y siento que en cualquier momento contraigo matrimonio con un perchero. No me atrevo a restar importancia a los artefactos u objetos disponibles. A los inalcanzables los contemplo en su pedestal, creyéndolos distantes, solo disponibles en el momento en que sucede a la caída.Creo estar obsesivo. A la mañana siguiente escribí en mi cuaderno unas palabras de Walter Benjamín referidas a lo mismo; “ La liberación sexual de las mujeres bajo el capitalismo ha tenido ha tenido el efecto pesadillesco de “dejarlas libres” para convertirse en objetos sexuales (no en sujetos). Debe admitirse que las mujeres han colaborado activamente en este proceso. Si los hombres en la época burguesa tardía han sometido su capacidad de acción a las fuerzas ciegas de la suerte, entonces las mujeres, al igual que las prostitutas, han usado su capacidad de acción contra ellas mismas: hacen de sí mismas objetos…”. Todo dicho.En el encuentro siguiente yo tenía encima algunas copas de más, lo cual raras veces me impide decir cosas coherentes ( es común que estando sobrio se sea incoherente ). Le pregunté si no se sentía observada en demasía. Dijo que no, así, de manera tan lacónica y desganada. Había en su cara unas facciones raras que nunca le había notado. La falta de maquillaje la ponía reveladora, como una veterana forjada en el trato con los truhanes mas inmundos, con una dureza propia de lugares reos…Mantenía en secreto su tan interesante nuevo trabajo. Soportó con recelo mis indagaciones tenaces, dispuestas a exasperar hasta a una estatua.Fue esa noche en la que con toda imprudencia le dije que esperaba que alguien algún día la considerara como individuo. Me preguntó qué significaba ella para mí. Me enredé en un balbuceo temeroso excusándome en mi pesimismo. Solo dije que para el mundo disperso, nosotros somos objetos, indiferenciados, carentes de pensamientos, solo considerados por nuestra utilidad en algo, como un artefacto… Me hizo callar con un cachetazo a mitad de camino entre la ofuscación y la simpatía. Fue peor…. ahora creo que se compadeció de mi absurdo.De nuevo me refugié en un antro plagado de melancólicos y putas amistosas interesadas en mi imagen retraída ( qué consuelo pensar así de ingenuamente). Tuve sexo con una indiferencia absoluta. Sentí ganas de escribir durante todo el resto de la noche. Sentí ganas de retratarme en un laberinto de cosas, desesperado, queriendo existir, pero también divorciarme de la existencia. No creí, en ese instante, en la unidad entre el individuo anhelante y el mundo, no, no. Tuve la voluntad de pensarlo detenidamente, quizás tratando de distanciarme de esta alienación que a todos afecta con una intensidad variada y que, al ser parte de la existencia misma de uno, es decir, de uno como parte de una realidad, acaba realizándolo éticamente. Uno tomando, necesariamente, partido aunque sea por cualquier nimiedad intrascendente...Pero seguía con ese problema. La falocracia vigente y el velo que cubría la mirada de muchas mujeres. La libertad femenina o el advenimiento celebrado del objeto erótico.El triunfo del erotismo materializado, comerciable, destinado a un único consumidor potencial que se conduce guiado por su falo hambriento. Carajo. ¿Qué pasa?.Debo estar muy ansioso de cambio, de transformaciones sonoras, de revoluciones o tan solo de aventuras.No, no es eso. Estoy hartamente aburrido. Pienso, luego existo. Existo, luego siento. Siento. Veo. Reniego. El tiempo pasa sin pertenecernos.
Me visitaron una noche. Visita inesperada y agradable. Visita dispuesta al vaho licorero y al humo que hacía columnas inútiles en la distancia de nuestras bocas. Me quiso. La deseé. Por momentos intentamos justificar el tiempo perdido resumiendo años de paseo por la mediocridad del tedium vitae. Me tuvo entre sus manos. Me redujo entre sus piernas. Oh, han pasado tantos años, como andás. Mejor que vos, dice con su exhalación caliente.
En estos días me sentía enamorado, sí, como si cambiara esa música que suena olvidada allá lejos o como si volviera a usar mi vieja remera de Led Zeppelin. Cosas, cosas, cosas de las que uno no puede desprenderse. El tiempo pasa sin pertenecernos. Las amistades se evaporan en un transito de vacío y muerte. La ciudad está llena de mujeres, chicas, viejas, nenas. EROTISMO. Camino con los ojos prendidos a la lujuria. Sí, vos también, solo que tu susceptibilidad es mas fuerte y yo ironizo con el rostro pálido como una luna. Llevo meses observando esto. Los falos se entrechocan por la vereda, mirando al cielo, devorando carteles, gritando, observando. Las chicas más lindas de la calle sonríen con un rubor tentador. Las viejas tienen pantorrilas que asquearían a las medias más inmundas. Miran, murmuran, se entregan a una dependencia, se refugian en el momento mas trágico del contrato matrimonial. Para ellas el pasado es el tiempo verdadero, mientras la lujuria anida irrisoriamente en sus demacradas vaginas, dolorosa, expresándose en envidias desesperadas que se hacen en reprobaciones. Las mujeres van ganando la calle. Hemos ganado. Brindemos, señores.Mi novia dice que me ama allí donde se le pregunte ( porque se le pregunta). Me olvido de ciertas cosas. También por eso la quiero, pero ella no sabe que la semana que viene me casaré con un perchero que aún no tengo. Penetramos la ciudad tranquilamente, riéndonos de cosas de las que solo nosotros nos reímos. Quizás ella me entiende. Ella sabe que mi absurdo renunció hace mucho, que la decepción es algo que ya no me pertenece porque vivo como si nada me viviera. Ni siquiera ella.Mientras, aquella amiga, pasea por el tiempo, como yo tal vez, pensando que las casualidades son posibles, esparciendo su voz de teta que me llega como un eco. Ella que sabe que es un cuerpo y es feliz con esa condición simple cuando es obsecuente. Se ríe en la distancia de ese yo indómito, rebelde y decepcionado que solo pretendía recuperarse a sí mismo.
Soy un desocupado alimentándome de baldosas y caricias. No soy feliz, pero vivo en el día, en la noche, en un pequeño cuarto, en los lupanares del Bajo con olores cervezales. La ciudad es lo mismo de siempre; una elegancia abigarrada. Puros meandros vulgares y pretenciosos. Esa es la ciudad de mi existencia. Camino. Erosiono imágenes capturadas. Escribo como quien se desinfecta una herida.Voy. Espérenme. No corran. Total no quedó nada.Que aquel mulato siga tocando Round Mignight con su trompeta hecha de lágrimas secas. Que esa melodía sepa que ahora comparto mi soledad, para que vea que no soy ningún egoísta. Desde ya la invito a mi boda.Sí, mi vida, me casaré con el perchero para que veas que te quiero.La libertad de la mujer es lo mismo que la superabundancia de mi libertad. Se lo digo a mi vieja amiga en el puesto de diario de la estación Primera Junta. Ella que sabe que soy más diáfano cuando no me da el sol, que me agrada el escándalo del subte y su explosión de hormigas. Ella sabe como es mi libertad, sí. Sonríe desafiante en la tapa de la revista Paparazzi.Está muy hermosa ¡ por todos los cielos! No vendrá a mi boda, pero de todos modos le escribo.
1988.
Últimamente ando con sensaciones raras también: hay ladrillos que me miran, sillones que musitan palabras inextricables, plantas que me hacen gestos y siento que en cualquier momento contraigo matrimonio con un perchero. No me atrevo a restar importancia a los artefactos u objetos disponibles. A los inalcanzables los contemplo en su pedestal, creyéndolos distantes, solo disponibles en el momento en que sucede a la caída.Creo estar obsesivo. A la mañana siguiente escribí en mi cuaderno unas palabras de Walter Benjamín referidas a lo mismo; “ La liberación sexual de las mujeres bajo el capitalismo ha tenido ha tenido el efecto pesadillesco de “dejarlas libres” para convertirse en objetos sexuales (no en sujetos). Debe admitirse que las mujeres han colaborado activamente en este proceso. Si los hombres en la época burguesa tardía han sometido su capacidad de acción a las fuerzas ciegas de la suerte, entonces las mujeres, al igual que las prostitutas, han usado su capacidad de acción contra ellas mismas: hacen de sí mismas objetos…”. Todo dicho.En el encuentro siguiente yo tenía encima algunas copas de más, lo cual raras veces me impide decir cosas coherentes ( es común que estando sobrio se sea incoherente ). Le pregunté si no se sentía observada en demasía. Dijo que no, así, de manera tan lacónica y desganada. Había en su cara unas facciones raras que nunca le había notado. La falta de maquillaje la ponía reveladora, como una veterana forjada en el trato con los truhanes mas inmundos, con una dureza propia de lugares reos…Mantenía en secreto su tan interesante nuevo trabajo. Soportó con recelo mis indagaciones tenaces, dispuestas a exasperar hasta a una estatua.Fue esa noche en la que con toda imprudencia le dije que esperaba que alguien algún día la considerara como individuo. Me preguntó qué significaba ella para mí. Me enredé en un balbuceo temeroso excusándome en mi pesimismo. Solo dije que para el mundo disperso, nosotros somos objetos, indiferenciados, carentes de pensamientos, solo considerados por nuestra utilidad en algo, como un artefacto… Me hizo callar con un cachetazo a mitad de camino entre la ofuscación y la simpatía. Fue peor…. ahora creo que se compadeció de mi absurdo.De nuevo me refugié en un antro plagado de melancólicos y putas amistosas interesadas en mi imagen retraída ( qué consuelo pensar así de ingenuamente). Tuve sexo con una indiferencia absoluta. Sentí ganas de escribir durante todo el resto de la noche. Sentí ganas de retratarme en un laberinto de cosas, desesperado, queriendo existir, pero también divorciarme de la existencia. No creí, en ese instante, en la unidad entre el individuo anhelante y el mundo, no, no. Tuve la voluntad de pensarlo detenidamente, quizás tratando de distanciarme de esta alienación que a todos afecta con una intensidad variada y que, al ser parte de la existencia misma de uno, es decir, de uno como parte de una realidad, acaba realizándolo éticamente. Uno tomando, necesariamente, partido aunque sea por cualquier nimiedad intrascendente...Pero seguía con ese problema. La falocracia vigente y el velo que cubría la mirada de muchas mujeres. La libertad femenina o el advenimiento celebrado del objeto erótico.El triunfo del erotismo materializado, comerciable, destinado a un único consumidor potencial que se conduce guiado por su falo hambriento. Carajo. ¿Qué pasa?.Debo estar muy ansioso de cambio, de transformaciones sonoras, de revoluciones o tan solo de aventuras.No, no es eso. Estoy hartamente aburrido. Pienso, luego existo. Existo, luego siento. Siento. Veo. Reniego. El tiempo pasa sin pertenecernos.
Me visitaron una noche. Visita inesperada y agradable. Visita dispuesta al vaho licorero y al humo que hacía columnas inútiles en la distancia de nuestras bocas. Me quiso. La deseé. Por momentos intentamos justificar el tiempo perdido resumiendo años de paseo por la mediocridad del tedium vitae. Me tuvo entre sus manos. Me redujo entre sus piernas. Oh, han pasado tantos años, como andás. Mejor que vos, dice con su exhalación caliente.
En estos días me sentía enamorado, sí, como si cambiara esa música que suena olvidada allá lejos o como si volviera a usar mi vieja remera de Led Zeppelin. Cosas, cosas, cosas de las que uno no puede desprenderse. El tiempo pasa sin pertenecernos. Las amistades se evaporan en un transito de vacío y muerte. La ciudad está llena de mujeres, chicas, viejas, nenas. EROTISMO. Camino con los ojos prendidos a la lujuria. Sí, vos también, solo que tu susceptibilidad es mas fuerte y yo ironizo con el rostro pálido como una luna. Llevo meses observando esto. Los falos se entrechocan por la vereda, mirando al cielo, devorando carteles, gritando, observando. Las chicas más lindas de la calle sonríen con un rubor tentador. Las viejas tienen pantorrilas que asquearían a las medias más inmundas. Miran, murmuran, se entregan a una dependencia, se refugian en el momento mas trágico del contrato matrimonial. Para ellas el pasado es el tiempo verdadero, mientras la lujuria anida irrisoriamente en sus demacradas vaginas, dolorosa, expresándose en envidias desesperadas que se hacen en reprobaciones. Las mujeres van ganando la calle. Hemos ganado. Brindemos, señores.Mi novia dice que me ama allí donde se le pregunte ( porque se le pregunta). Me olvido de ciertas cosas. También por eso la quiero, pero ella no sabe que la semana que viene me casaré con un perchero que aún no tengo. Penetramos la ciudad tranquilamente, riéndonos de cosas de las que solo nosotros nos reímos. Quizás ella me entiende. Ella sabe que mi absurdo renunció hace mucho, que la decepción es algo que ya no me pertenece porque vivo como si nada me viviera. Ni siquiera ella.Mientras, aquella amiga, pasea por el tiempo, como yo tal vez, pensando que las casualidades son posibles, esparciendo su voz de teta que me llega como un eco. Ella que sabe que es un cuerpo y es feliz con esa condición simple cuando es obsecuente. Se ríe en la distancia de ese yo indómito, rebelde y decepcionado que solo pretendía recuperarse a sí mismo.
Soy un desocupado alimentándome de baldosas y caricias. No soy feliz, pero vivo en el día, en la noche, en un pequeño cuarto, en los lupanares del Bajo con olores cervezales. La ciudad es lo mismo de siempre; una elegancia abigarrada. Puros meandros vulgares y pretenciosos. Esa es la ciudad de mi existencia. Camino. Erosiono imágenes capturadas. Escribo como quien se desinfecta una herida.Voy. Espérenme. No corran. Total no quedó nada.Que aquel mulato siga tocando Round Mignight con su trompeta hecha de lágrimas secas. Que esa melodía sepa que ahora comparto mi soledad, para que vea que no soy ningún egoísta. Desde ya la invito a mi boda.Sí, mi vida, me casaré con el perchero para que veas que te quiero.La libertad de la mujer es lo mismo que la superabundancia de mi libertad. Se lo digo a mi vieja amiga en el puesto de diario de la estación Primera Junta. Ella que sabe que soy más diáfano cuando no me da el sol, que me agrada el escándalo del subte y su explosión de hormigas. Ella sabe como es mi libertad, sí. Sonríe desafiante en la tapa de la revista Paparazzi.Está muy hermosa ¡ por todos los cielos! No vendrá a mi boda, pero de todos modos le escribo.
1988.
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